lunes, 29 de agosto de 2011

HISTORIA

Pobladores indígenas

Hace 10.500 años el Valle de Aburrá era recorrido por tribus de cazadores y recolectores. Cuando llegan los conquistadores españoles ya encuentran asentada una población nativa numerosa, que opuso poca resistencia. Eran aburraes, yamesíes, peques, ebéjicos, noriscos y maníes, que, se calcula, estaban allí desde el Siglo V a. C. Tenían grandes cultivos de maíz y fríjol, criaban curíes y perros mudos, tejían mantas de algodón, comercializaban sal, y conocían la orfebrería. Bajo el dominio español fueron repartidos en encomiendas y desplazados de sus tierras. La deserción, el maltrato, las enfermedades y el duro trabajo intensivo en la tierra y las minas, en pocos años los diezmaron.


Descubrimiento español del valle y primeros asentamientos de pobladores europeos.
El mariscal Jorge Robledo se encontraba a mediados de agosto de 1541 en el que hoy se conoce como el municipio de Heliconia, en el occidente, cuando creyó haber visto que, abajo, entre las montañas, había un valle. Ordenó en aquel momento a Jerónimo Luis Tejelo que fuera a explorar, y el 23 de agosto, por la noche, éste llegó al terreno plano que había divisado Robledo. Los españoles bautizaron el valle como de San Bartolomé, aunque el nombre tomado después fue el de Aburrá, vocablo indígena que se traduce por “pintadera”, tal vez por el oficio textilero que ejercían.
La belicosidad y pobreza de los indios, así como la ausencia de riquezas, desalentaron el establecimiento de españoles en el valle de Aburrá. En 1574, don Gaspar de Rodas solicitó al cabildo de Antioquia cuatro leguas de tierra para fundar hatos y estancias de comida en el valle, y le fueron otorgadas tres.
El visitador Francisco de Herrera Campuzano fundó en 1616, con 80 indígenas, el Poblado de San Lorenzo, en el actual Parque El Poblado, en sí, se trató de un resguardo para la protección de los indígenas. Debido a que las leyes de segregación racial impedían que en los resguardos indígenas se establecieran mestizos y mulatos y, también en razón de las precarias condiciones de habitabilidad de San Lorenzo, se realizaron trámites para la construcción de otro poblado en el ángulo que forma el río Medellín (antes Aburrá) y el arroyo Santa Elena, lugar llamado por los nativos sitio de Aná y por los españoles Aguasal. Finalmente en 1646 se establece el nuevo poblado, el cual en 1649, después de la construcción de la primera iglesia de tapias y tejas, la cual fue consagrada a la Virgen de la Candelaria, el sito se comenzó a llamar con el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná. El sitio de Aná, donde se edificó dicho pueblo, corresponde actualmente al centro de Medellín, donde está el Parque Berrio, y donde se levantó la Iglesia de La Candelaria.


Nace la villa
Como la explotación de los ricos yacimientos de oro en el nordeste de la provincia de Antioquia, se requería de productos agrícolas y de carne para alimentar a los mineros, el Valle de Aburrá se convirtió en despensa para surtir a estos trabajadores. Además de la actividad agropecuaria, también fue importante su posición estratégica, entre la región minera y Santa Fe de Antioquia, que obró como capital de toda la provincia y de la Gobernación del mismo nombre.


La pujanza de lo que hoy es Medellín contrastaba con el envejecimiento y empobrecimiento de la antigua capital, y los personajes sobresalientes de Antioquia empezaron a pasar largas temporadas en el valle, al tiempo que compraban aquí tierras. Desde 1670 empezó a gestarse entre los habitantes de de La Candelaria de Aná el deseo de tener cabildo, lo que implicaba autonomía administrativa frente a la ciudad de Antioquia. El 20 de marzo de 1671, Francisco de Montoya y Salazar, gobernador de la Provincia de Antioquia, decretó la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná, considerado el más adecuado, pues allí encontraban reunidas más de treinta familias de españoles y otras tantas de mulatos y mestizos. Esta fundación no tuvo el efecto que podría tener una dada mediante real cédula, además los habitantes de la ciudad de Antioquia se opusieron, pues intuían que su papel preponderante se vería disminuido con la erección como villa de aquel poblado, por lo cual se gestionó para obtener la confirmación en villa por mandato real.
Después de muchas disputas e intentos de los vecinos de la ciudad de Antioquia, en 1675 llegó la real cédula firmada por la reina regente, doña Mariana de Austria, fechada el 22 de noviembre de 1674. El 2 de noviembre de 1675 le correspondió al gobernador y capital general de la Provincia de Antioquia, Miguel de Aguinaga y Mendigoitía, proclamar la creación de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.
Más adelante, el 9 de febrero de 1678 el Consejo de Indias le concede a la nueva villa las mismas armas de la villa homónima en Extremadura, pero la duración de estas armas para la villa la Candelaria de Medellín fue muy corta, pues el Rey Carlos II por medio de la real cédula dada en Madrid el 31 de marzo de ese mismo año concedió un nuevo y definitivo escudo.


la educación en la colonia

Uno de los hechos sociales de mayor trascendencia en la historia educativa de Medellín fue la fundación de la Universidad de Antioquia, en 1803. Inicialmente se le conoció como Real Colegio de Franciscanos y su primer local estaba situado en el costado norte del Parque Berrío. Las primeras carreras, con cupos muy limitados, fueron gramática, filosofía y teología.
Poco después de su fundación, se inició la construcción de un edificio destinado a ser la sede de la institución el cual es en la actualidad el edificio San Ignacio, ubicado en la actual plazoleta del mismo nombre.
A partir de 1821, la universidad pasó a llamarse Colegio de Antioquia. El nombre Universidad de Antioquia se tomó en 1901. Dentro de sus claustros operó la primera escuela de artes y oficios de Colombia y el primer jardín botánico regional, así como la primera emisora cultural en América Latina. Sus médicos han sido pioneros en enseñanza y literatura médica y en la realización de trasplantes.


Crecimiento comercial e industrial

En 1905, la población de Medellín rondaba los 59 815 habitantes, y para 1951 contaba con 358 189. Dicho de otra manera, en la primera mitad del siglo XX, el número de habitantes de Medellín aumentó seis veces, lo que demuestra el poderoso atractivo que ejercía la urbe sobre los pobladores de otras regiones del departamento.
Al comercio del siglo XIX, basado en el oro, se le sumó pronto el del café, gracias al Ferrocarril de Antioquia. La Guerra de los Mil Días (1899-1902), que cerró el siglo XIX con una cruenta disputa de alcance nacional entre los dos partidos tradicionales —el liberal y el conservador—, supuso un freno temporal al desarrollo de la ciudad y del país en general. Luego, gracias a las medidas tomadas por el presidente Rafael Reyes, después del conflicto, la industria floreció en Medellín como en ninguna otra ciudad colombiana.
Con el fin de aprovechar el ambiente de reconstrucción nacional, creado por el gobierno de Reyes, un grupo de importantes hombres de negocios de la ciudad gestó, en 1904, la creación de la Cámara de Comercio de Medellín, cuyo papel en el desarrollo económico local ha sido trascendental. En cierta forma, la historia de la entidad ha sido también la historia del comercio y la industria de la capital y la región. En el nacimiento económico de la ciudad se ocupó, por ejemplo, de temas como la construcción del ferrocarril de Antioquia, el transporte de los productos comerciales por el río Magdalena, la agilización del servicio de correo (que por aquella época experimentaba demoras angustiantes) y la coordinación de otras actividades como la acuñación de monedas, la exportación del oro y el estudio de proyectos de ley presentados al Congreso nacional y que afectaban la actividad comercial e industrial de la región.


Si bien es cierto que el oro fue una columna vital en el progreso inicial de Medellín, fueron la vocación cafetera de la región y las bonanzas de precios del grano en el mercado internacional las que permitieron ampliar la capacidad adquisitiva de una gran parte de la población, debido a la cantidad de mano de obra requerida y al hecho de que su actividad se realizaba principalmente en minifundios. Al mismo tiempo surgió una casta de comerciantes y empresarios que más tarde dio impulso a las primeras industrias. Gracias al café, igualmente, se desarrollaron vías de comunicación que permitieron, a su vez, expandir la frontera económica regional.7
La industrialización en Antioquia se inició en los primeros 30 años del siglo XX con algunos experimentos fabriles, principalmente en el sector textil. Sus promotores eran empresarios cuyas fortunas provenían de la explotación minera y del comercio en la época de la colonia. Inicialmente, dieron origen a la industria liviana nacional, conformada por importantes empresas manufactureras de vidrio, textiles, bebidas y alimentos, entre otras. Después de la década de 1930 vino la sustitución de importaciones y Medellín se ubicó a la vanguardia de la industria textil nacional. Se crearon muchas empresas durante los primeros 30 años del siglo XX, y varias de ellas continúan funcionando hasta la fecha, bien con sus nombres originales o con algunas modificaciones. Sin embargo, dadas las presiones de la llamada nueva economía y la apertura de la economía, la industria regional perdió participación nacional y entró en un período de ajuste.
Por su parte, el carbón de las minas de Amagá, en el suroeste cercano, y más tarde las hidroeléctricas aportaron la energía necesaria para que estas grandes empresas funcionaran, al mismo tiempo que impulsaron los motores eléctricos de las pequeñas industrias. Precisamente, el ferrocarril de Antioquia desafió la geografía montañosa de la región para llevar y traer mercancías haciaPuerto Berrío y desde esta población, a orillas del río Magdalena, la principal vía fluvial colombiana. Fue una ambiciosa obra de transporte, iniciada en 1875, que hoy sólo está en los recuerdos. Igualmente, la experiencia y los capitales acumulados durante todo el siglo XIX dieron el impulso necesario a esta gran transformación económica y social, que la caída de la bolsa de Nueva York, en1929, frenó por dos o tres años. Los títulos valores de estas nuevas empresas, que eran sociedades anónimas, empezaron a comprarse y a venderse, y así se dio inicio al mercado accionario en Colombia. Por estos mismos años, en 1932, se inauguró el aeropuerto de Medellín "Enrique Olaya Herrera".


Configuración de la ciudad actual

El Plan Piloto de Medellín, elaborado en 1950 por los arquitectos extranjeros Paul Wiener y José Luis Sert, recomendó la canalización del río, el control de los asentamientos en las laderas, el montaje de la zona industrial de Guayabal, la articulación de la ciudad en torno al río, la construcción de la zona deportiva del estadio Atanasio Girardot y del Centro Administrativo La Alpujarra.
Por estos mismos años, como resultado de los conflictos políticos nacionales, continuaron llegando oleadas de inmigrantes. Pronto, el Plan Piloto se vio desbordado por la realidad de una población que se triplicó en 20 años, pasando de 358 189 habitantes, en 1951, a 1.071.252, en 1973. La construcción tuvo gran dinamismo en ese periodo y buena parte de las laderas de la ciudad empezaron a ser ocupadas por los habitantes que, llegados del campo, no tenían la posibilidad de acceder a créditos para vivienda. Muchas de las edificaciones antiguas del centro, y aun las de principios del siglo XX, fueron demolidas para dar paso a edificios altos que fueron destinados a oficinas y vivienda, entre ellos el de Coltejer, símbolo de la ciudad. El sector textil se modernizó bastante en este periodo y se consolidó de forma definitiva la vocación industrial de la ciudad.



El presente


Tras su evolución como ciudad industrial colombiana, Medellín quiere ascender a ser considerada como uno de los principales centros de negocios de las Américas. Las acciones oficiales y privadas están enfocadas a lograr ese objetivo. Un ejemplo principal es el nuevo Centro Internacional de Convenciones y Exposiciones "Plaza Mayor", diseñado para mostrar la producción de Colombia al mundo y traer lo mejor de la economía globalizada al país. En la actualidad es una urbe con un poco más de dos millones de habitantes, moderna en su concepción, con excelentes servicios públicos y dotada de todas las facilidades de la vida moderna.
En las últimas décadas, la ciudad ha venido derrumbando sus muros sociales y económicos gracias a proyectos de gran envergadura como la implantación de un sistema de transporte masivo como el Metro y ahora el Metroplús, que están uniendo e integrado a todas las zonas de la ciudad. Medellín ostenta hoy una posición muy buena en temas culturales y artísticos, con importantes ferias editoriales y de poesía; además, la construcción de nuevas bibliotecas, parques y centros educativos, y la creación y renovación del espacio público, han permitido la integración de la población total al desarrollo de la ciudad.

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